viernes, 31 de diciembre de 2010

Las 10 mejores casi historias de 2010

Tras una difícil selección, resultaron ganadoras (?) las 10 mejores casi historias de este 2010 que se va. Algunas son comienzos prometedores, otras parecen deja-vus, varias tienen más de imaginación que de realidad, ciertas guardan tanta realidad que es necesario ficcionalizarlas, otras cavan su tumba apenas salen a la luz, de vez en cuando alguna renace de sus cenizas. Todas juntas me llevan a decir…

Chau querido 2010!!!!


jueves, 30 de diciembre de 2010

1. El casado que se hace el gato

Resulta que él tiene mucho en común con vos: laburo, ideas, gustos, onda, viajes. Resulta que de todas formas podrían no cruzarse jamás y seguir viviendo sus vidas como si nada. Pero resulta que siempre encuentran una buena excusa para verse. Y si no la encuentran, la casualidad los choca en medio de la calle. Día de semana cualquiera, tres de la tarde, septiembre, pleno centro porteño. Salís divertida de una feria americana en la búsqueda urgente de un cajero automático para pagar todas las boludeces que elegiste. Absorta en tu nube consumista, alguien te llama por tu apodo y de pronto lo ves, ahí, en medio de la calle, brazos extendidos para un abrazo, sonrisa en los ojos. Te invita a tomar algo. Le contás acerca de tu urgencia monetaria y te acompaña a recorrer cajeros. Pasan por seis o siete pero todos se encuentran fuera de servicio. Te presta el dinero para comprar la ridícula ropa que separaste, mientras vos rogás que la vendedora la tenga guardada en una bolsa opaca para que él no la vea. Después se sientan en un bar. Es tu cuarto café del día, pero sabés que podría ser el décimo sólo por un rato charlando con él. Se actualizan acerca de las novedades, la vida, las vacaciones pasadas y por venir, el presente político del país, la producción académica, tus vuelos de trapecista. Pasan las horas sin que te des cuenta. Y podrían pasar muchas más sumergidos en esas miradas que dicen tanto y tan poco. Se hace tarde y deciden partir. Dicen que intentarán ayudar a la suerte para volver a encontrarse antes de fin de año. En el fondo no lo creés, pero nadie te saca la sonrisa de la cara esa tarde. Unos días antes de navidad, te escribe inesperadamente para preguntarte si estás en tu casa. Estás. Y él pasa a visitarte.    

miércoles, 29 de diciembre de 2010

2. El anti-príncipe de Azul

Tiene apellido notable. Si hubiera un destino, aunque te cueste admitirlo, sabés que esta era una versión posible. Reapareció en 2010. Tan inesperadamente como su anterior desaparición. Tan como si nada hubiera pasado. Así que retomaron la conversación en el punto exacto donde la habían dejado meses atrás. Nadie cuestionó nada. Otra vez mails. Otra vez música. Otra vez cine. Otra vez política. Decidieron reencontrarse la noche antes de la muerte de Kirchner. Fue una casi historia muy cinéfila. Empezaron viendo las raras y terminaron con las anormales. Se volvieron a ver la noche antes de la muerte de Massera. Se creyeron sujetos de la historia. Se imaginaron causantes de sucesos trascendentes. Temiendo lo peor, se alejaron.

martes, 28 de diciembre de 2010

3. La mente que baila tango

Se conocieron alguna vez, allá lejos y hace tiempo, pero no se recordaban. Sabías que era una especie de mente brillante dedicada a la ingeniería y que vivía en el sur, pero no mucho más. Por alguna de todas esas vueltas del azar, ahora baila tango en el mismo ballet que tu amiga y vive en BA. Ella te dice que es del palo, porque estudió una carrera nadaquever como ustedes y descubrió de grande el placer que produce bailar. Fueron a una peña y le enseñaste sus primeros pasos en el folklore. Dijo que la recordaría como la primera zamba de su vida. Le contaste que te emocionan las parejas de setenta y tantos, que siguen llenando las pistas con su paso cándido y tradicional, que se arreglan con camisas -ellos- y zapatos de taco bajo –ellas-, y beben un vino o un agua mineral. Le confesaste que eso es todo lo que querés para vos cuando seas vieja. Te miró a los ojos y aseguró que seguirían bailando en peñas cuando llegaran a los setenta y tantos.   

lunes, 27 de diciembre de 2010

4. El RRPP de la Puna

Sombrero de ala ancha con guarda de telar, poncho celeste sobre un torso de metro ochenta y pico, tez oscura y ojos ligeramente alargados. Te fichó en el micro de Abra Pampa a Casabindo, en plena puna jujeña. Entabló amistad con un casabindeño y consiguió una pieza para el grupo de siete personas que habían formado. Te abrazó durante la corta noche para que no te congelaras a -7°C. Te explicó la diferencia entre un sikus, una zampoña, una tarka y una antara. Arengó a la tribuna de la plaza de toros y una multitud lo siguió. Le compró un helado a un chico que encontró dando vueltas por ahí. Te cantó una zamba al oído. Se enojó porque no había ají locoto para acompañar la cazuela de llama. Te dibujó un mapa de Yavi en tu cuaderno. Te habló del antropólogo y filósofo Rodolfo Kusch. Te enseño a bailar cueca y taquirari. Te presentó al bailarín salvadoreño, al guía de Tilcara, al líder de los Tekis, al dueño de una peña, a su familia y a cuanto músico se le cruzara en el camino. Te mandó montones de mensajes llamándote “negrita”. Te invitó a alojarte en su casa. Te pasó a buscar por el barrio de la Tupac en su “rayo azul”. Te regaló 4 GB de folklore. Se sumó a tu grupo de amigos porteños que lo adoraron y pronto lo bautizaron como el RRPP de la Puna. 

domingo, 26 de diciembre de 2010

5. El hippie, hippie posta

Lo tenías de vista. No te llamaba la atención pero tu amiga aseguraba que ella le re daba. Se conocieron en una peña. Se acercó y te sacó a bailar. Después del giro final, con una mano en el pecho -caballero de otra época, pensaste- se presentó. Su mirada de rasgados ojos negros perforó los tuyos. Después desapareció. Pero reapareció en una milonga. Al ritmo del 2x4 se pisaron un poco, se abrazaron otro tanto. Se puso corte profesor que reta a la alumna, hasta que la alumna se cansó de los retos del profesor. Quedaron en seguir bailando. Después desapareció. Pero reapareció en una fiesta de actores y actrices muy under. Llegó mansito, con buena onda y ojos más negros que nunca. Bailaron pop, reggaeton, cumbia, tecno. Miraron el cielo, las estructuras metálicas de la terraza, la noche, el amanecer, el sol de la tarde sobre la avenida. Después desapareció.

sábado, 25 de diciembre de 2010

6. El pibe Bazooka

“Horóscopo: recibirás un llamado inesperado”. Lo conociste un sábado y llamó el domingo, en un momento inoportuno. Le diste tu mail para arreglar mejor por esa vía un próximo encuentro. Te mandó otro mensaje disculpándose por ser inoportuno y pedir permiso para volver a llamarte a la noche. Le pediste que no lo hiciera. Volvió a llamar el miércoles, tras anunciarlo por mensaje de texto. Volvió a llamar el viernes, tres o cuatro veces. Arreglaron una salida tanguera para esa noche. “Horóscopo: luego de un día agotador, recibirás un e-mail”, fue el mensaje del sábado. Le dijiste que estabas ocupada ese finde y escribió con cinco propuestas distintas para el domingo. No contestaste su e-mail y te llamó el mismo domingo. Le dijiste que no, que era complicado. Te mandó otro mail con la programación del Día Internacional de los Derechos Humanos y con la del Día Nacional del Tango para el siguiente fin de semana. Estabas con mucho trabajo y no sabías si llegarías a terminar, y si llegabas te gustaría ir a una peña. Contestó que él tampoco tenía ganas de ir a las celebraciones cuya programación te había enviado, pero que aceptaría ir con vos a la peña. No respondiste. Se hizo tarde, cayeron unos amigos en tu casa y fueron todos para la peña. No le avisaste y te dio algo de culpa. Creíste que se enteraría y se ofendería. Pero no. Volvió a escribir con una decena “nuevas y fascinantes propuestas” para hacer juntos, vos y él, “nosotros”. Para que no perdieras tiempo en elegir, había hecho una pre-selección de cada una con comentarios incluidos. Para que no pudieras decir que no, podías optar por cualquier otra no incluida en la lista. Para que no gastaras tu tiempo en contestar, te llamaría luego para saber tu opinión. Para que él no derrochara más teléfono ni energía ni ilusiones, no te quedó otra que responderle con todas esas palabras que en general no se pronuncian porque uno las supone sobreentendidas en la mayoría de los casos. Salvo en éste.

viernes, 24 de diciembre de 2010

7. El profe de educación física

Estabas sobria, de madrugada, a punto de irte. Tu amiga, con varias cervezas de más, seguía entablando amistades de ocasión en el bar-boliche de Palermo-algo. La mirabas y tu mente retrocedía unos siete u ocho años, hasta aquella juventud –la tuya- de pura sociabilidad beoda. De pronto se acercó él. Morocho, alto, lomazo, speed con vodka en mano. Vos, bufanda al cuello y cartera al hombro, le seguiste la conversa sin rumbo esperando que tu amiga se decidiera a partir. Pero no. A ella le pareció tan fachero que hizo todas las preguntas de rigor y hasta tuvo la gentileza de pasarle tu e-mail para que no te perdieras a semejante bombón. Era cierto, lo comprobaste tiempo después. Semejante bombón. Pura facha.

jueves, 23 de diciembre de 2010

8. El músico sonrisa Colinos

Una amiga en común te lo describió como si fuera tu alma gemela. Pensaste que podría andar: músico, folklorista, del interior. Lo buscaste en Facebook y chusmeaste sus fotos. Ella insistía en que el pelo largo tan hippie no le quedaba bien, pero vos juzgaste que no era feo. Se encontraron tête à tête en el casamiento de tu amiga. No te sacó los ojos de encima en toda la noche. Resulta que ya se habían cruzado alguna vez y tenían temas en común. Te invitó a bailar. Sus dientes perfectos sonreían. Te abrazaba para las fotos. Te hacía dar vueltas en la pista. Bailaron vals, cumbia, rock, música de los Balcanes. Te agarraba cual novio de tu cintura. Tu amiga, feliz, propuso un brindis por la nueva pareja. Última sonrisa Colinos para la foto. Chau, mucha suerte, dijo al despedirse.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

9. El ególatra marca Filo

Se acercó y se presentó con nombre y apellido. No tenías ni idea quien era pero te hizo pensar que debías saberlo. Lo intentaste pero no, un completo nadie para vos. Tras tu natural expresión de ignorancia, explicó que era amigo de A, que había publicado B, que organizaba C y que formaba parte del “nosotros los de Filo”. Ah, cómo no haberse dado cuenta antes, pensaste. Te alejaste entre sigilosa y educada. Afortunadamente un conocido llegó en breve y pasaste a una conversación de frivolidades. El evento donde se encontraron estuvo bien intelectual-progre-cool-porteño. De a ratos lo mirabas y él te estaba mirando y giraba su cabeza y hacía como que no. Cuando terminó, intercambiaron algunas nuevas palabras. Agregó que tocaba en D, que estaría en E, que pronto organizaría F. Vos hiciste algunos chistes muy graciosos acerca de lo prolífico de su persona y se despidieron hasta la próxima. Se volvieron a cruzar tiempo después en el lanzamiento de un libro. Notaste su insistencia para que te lo presentaran nuevamente con nombre y apellido, por si no lo recordabas. Cómo olvidarlo, pensaste.

martes, 21 de diciembre de 2010

10. El galán remera celeste

Peña, domingo de diciembre y calor de 30°C. Tomás cerveza inevitablemente caliente con dos amigos, en una mesa compartida con un viejo que los mira de reojo. Lo distinguís a lo lejos, sentado cerca de la pista, cual presto bailarín. Sus miradas se cruzan. Empieza el baile. Con tus amigos arman tríos de chacareras simples, dobles y truncas. Cantás los pasos para los principiantes, como si bailaras desde la cuna. El trío se desarma cuando el galán remera celeste te saca a bailar. Aplaudís, zarandeás, girás, sonreís. Viene un bailecito y el galán remera celeste se excusa y vuelve a sentarse. Tus amigos lo escanean al instante. Lo miran mirarte y se entusiasman. Deciden elaborar un plan para establecer contacto. Vuelven los tres a la pista para que la escena se repita. Pero no funciona. Tu amigo te dice que es tímido. Se cambian de mesa y se sientan justo al lado del galán remera celeste. Pero no funciona. Tu amigo te obliga a cambiarte de silla para quedar de espaldas con él. Pero no funciona. Tus dos amigos te abandonan y se van a observar la escena de lejos. Girás el cuerpo y quedan codo a codo. Por fin inicia una conversación. Que el bailecito, que el tango, que la vida que los trajo hasta aquí. Arranca una banda de copleros. Silencio. Nueva cerveza caliente. Embole de coplas y calor agobiante. Insistencia de tus amigos porque es tan lindo. Sidra helada y chin chin, por el año, por ustedes, por el galán de remera celeste que se aleja entre perdido y tímido. No te gustan los tímidos pero tus amigos no paran de insistir. Fin de la peña. Bondi a casa con el galán remera celeste. Que vive por tu barrio, que toca tango, que frecuenta milongas, que sonríe lindo, que dice que necesita dos vinos para largarse a la pista. Ok, lo aceptás, es tímido. Dice que te ve en la próxima milonga. Decís que ojalá. No te gustan los tímidos.