Largas pestañas enmarcan sus grandes ojos azules que apuntan hacia el cielo de la Av. 9 de Julio. No hay horizonte destino de esa mirada. Parece flotar ajena al ruido y al tráfico de las dos de la tarde. Sus botitas de taco apenas tocan, a veces, el caliente asfalto. A centímetros del suelo, luce altiva su jean con retazos de cuero negro que asoma fruncido desde dentro de sus botas. Cinturón con tachas, que no resuelve lo grande del vaquero, y camperita al tono. Avanza suspendida y sonriente, gran mujercita que no dilapida miradas. Entrecierra sus pestañas y sigue, moviendo suavemente su cuello sobre la pasarela del paso cebra. El colorete brilla excesivo en sus mejillas. Sus cabellos, dos largas colas de ondas infinitas, añoran las trenzas de antaño. Y en su frente, rosa y plateado, como sus pulseras, como sus colgantes, como sus mejillas, la insignia. Emblema que se porta con orgullo. Nuevas tribus de la edad de la inocencia. Ensayos de aretes y labiales. La gran vincha cubre su frente y se enlaza en la nuca. Casi ángeles, dice. Divisa y destino. Brazos en alto, mamá y papá la arrastran, como pueden, hacia la calle Corrientes. Ella mira sin mirar, casi un ángel, y resplandece, entre el rímel de sus pestañas.
4 comentarios:
Sin concesiones: pendeja idiota.
Lo digo por estado post-traumático: en plenas vacaciones quedé atrapada a la salida del teatro. Estaban saliendo los autos de los ..."artistas"...Me vi rodeada de tus casi angelitos chillando. Ay! lo pienso y me duele: buscaban el tono más agudo, trataban de afinarlo, incluso. Impedida del paso, rodeada, quise cruzar de vereda pero la policía no me dejó. Su misión era evitar que... nosotras... las fanáticas, nos abalancemos contra los carros que salían del garage por Corrientes, implorando tener de los ídolos al menos un moretón. Lo miro al cana, seria, muevo la cara como para que note que no tenía una gota de brillo y que merecía pasar a la otra vereda. Me entendió, nos entendimos, crucé.
Un minuto más ahí... y hoy no contaba el cuento.
Te imagino mirando de côté al cana… Yo, me habría asustado. Entiendo la crisis nerviosa, menos mal que sobreviviste para contarlo! (je). Yo recuerdo el pintarrajeo de mi niñez, los tacos de plástico, los peinados elaborados, las poses de pasarela, pero “en casa”, “para la foto”, “mirá qué rica mi nieta”, comentaba la abuela… pero lo de estos hermosos angelitos de 8 ó 9 años me resulta tan tiernamente “de época” como extrañamente inquietante.
Lo releí para encontrar ese enojo que comentan y no, che. Tu descripción me pareció de una dulzura increíble
by the way
me dieron ganas de ver annie hall
Si así son casi ángeles, es poco prometedor lo que nos espera cuando se conviertan en ángeles 100%, no?
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