viernes, 16 de septiembre de 2011

La cicatriz que elegí



Like Frankie said, "I did it my way"


 
Me llamó la noche anterior. Hizo un chiste, como de costumbre: “Hola, habla la acompañante terapéutica”. Me hizo reír. En el fondo, estaba nerviosa. Quedamos en que pasaría a buscarla al día siguiente, a las cuatro. Antes de despedirse me preguntó: “¿Estás segura?” Dije que nunca había estado tan segura de algo en toda mi vida. “Ok”, dijo, “yo no sé cómo te animás”. Y cortó.





Las paredes están pintadas de violeta oscuro. La luz tenue nos hace creer que es de noche. Unas puertas vaivén, blancas, como de cocina, dividen el local en dos. Un pibe grandote, con cara de bobo, piensa y piensa qué contestar en el cuestionario que completa. Una chica con flequillo clava su mirada en la pantalla de una computadora. Un sticker pegado a una ventana dice Sangre Terca. Suena un disco de Los Piojos a todo volumen. De fondo, el sonido incesante y metálico de las agujas perforando la piel.

Esperamos. Demasiados pibes con gorritas, zapatillas galácticas y bermudas por debajo de la rodilla desfilan por el local. Pasan, saludan, piden turnos, exhiben gemelos, bíceps y antebrazos cubiertos por figuras indescifrables.

Nos toca. Atravesamos la puerta vaivén. La luz de tubo rebota de golpe sobre los azulejos blancos. No parece ser el mismo lugar donde esperamos durante más de una hora. Él nos recibe, a ella la abraza con cariño. Luego, pasa un algodón con alcohol sobre la mesada. Estira un enorme film transparente sobre el que coloca, uno a uno, los elementos necesarios: aguja, frasco de tinta, recipiente, carbónico, rollo de cocina, máquina metálica. “¿Lista para que te lastime un poquito?”, me pregunta. Ella le pide que por favor no haga chistes. Yo le pido permiso para comer un caramelo.



Primer pinchazo y no hay vuelta atrás. Ella me da la mano. Es arisca, siempre lo fue. Pero sabe en qué momentos darme la mano. Pienso que no hay arrepentimiento que valga. Pienso que nunca creí en las cosas definitivas. Me pregunto qué busco. Me pregunto por qué. “¿Duele?”, me pregunta. Claro que duele, pero hay tantas cosas que duelen en esta vida. Cierro los ojos e intento enumerarlas. Algunas han dolido tanto que ni siquiera puedo medir su dolor. Le digo que sí, pero que se aguanta. Pienso en todas las cosas que he aguantado sin elegirlas. “¿Cómo vamos?”, insiste. De a ratos le aprieto más fuerte la mano. Se la transpiro toda, a ella, que odia el calor y no me suelta. Le digo que bien, que siga. Ellos conversan pero yo no escucho. Sólo inhalo y exhalo profundamente. Ella dice que falta un poquito más en el círculo grande. Él, que mejor que falte porque, con el tiempo, los círculos se pueden encimar. Círculos concéntricos, círculos que tienen su centro vacío. Ella dice que las alas podrían ser un poco más gruesas. Él dice que tiene razón y clava de nuevo el punzón metálico sobre mi columna. Alas de águila, alas que vuelan alto. Ella elogia su pulso. El dice que la cabeza está lista y que le gusta como quedó el pico. La cabeza en alto, mirando hacia el cielo. El pico abierto, con hambre de todo.



Me suelta la mano. Se la transpiré toda, a ella, que odia el calor. Miro su sonrisa. Dice que quedó buenísimo. Lo dice ella, que me repitió tantas veces que ella “ni loca”. Confío. Respiro aliviada. Tengo la cicatriz que elegí.

6 comentarios:

Me animo dijo...

Ya que vos no podés, publico yo. Muy buena crónica, Ber. Te estás volviendo una profesional, jeje. Ya pensaste en juntar todas las que tenés y publicar??!

Chamana dijo...

Lo logré... maldita web 2.0!
Qué bueno que te gustó :) Vos decís que habría algún interesado??? mhmhm...

Lui dijo...

me encantó. sos genial, mirá que pedirle permiso para comer un caramelo.
a veces son tan respetuosa y a veces tan irreverente.
te quiero.

Chamana dijo...

Sono io! casi que me estás tirando otro buen título. Gracias por ser la autora que da nombre (y sentido) a este post. Y la pionera ;)

Gri dijo...

"...a ella que odia el calor. Y no me suelta" y es verdad....además de arisca odio el calooor!!! je je
Me encantooooo hermana!!!!! La crónica y el tatoooooo.
Nunca reparé en que habías prestado tanta atención a el lugar...me parece que yo estaba más nerviosa que vos!...
Te quierooooooo muuuuucho!!!!!
Siempre orgullosa de vos,
tu Gu

Chamana dijo...

Gracias compañerita, mía! Gracias por estar, por bancarme, por apoyar mis locuras y por no soltarme la mano. Gracias, eternas gracias!