martes, 28 de diciembre de 2010

3. La mente que baila tango

Se conocieron alguna vez, allá lejos y hace tiempo, pero no se recordaban. Sabías que era una especie de mente brillante dedicada a la ingeniería y que vivía en el sur, pero no mucho más. Por alguna de todas esas vueltas del azar, ahora baila tango en el mismo ballet que tu amiga y vive en BA. Ella te dice que es del palo, porque estudió una carrera nadaquever como ustedes y descubrió de grande el placer que produce bailar. Fueron a una peña y le enseñaste sus primeros pasos en el folklore. Dijo que la recordaría como la primera zamba de su vida. Le contaste que te emocionan las parejas de setenta y tantos, que siguen llenando las pistas con su paso cándido y tradicional, que se arreglan con camisas -ellos- y zapatos de taco bajo –ellas-, y beben un vino o un agua mineral. Le confesaste que eso es todo lo que querés para vos cuando seas vieja. Te miró a los ojos y aseguró que seguirían bailando en peñas cuando llegaran a los setenta y tantos.   

2 comentarios:

Ça va dijo...

Y bue, por ahí en un par de años te tira un centro. Las esperanzas son lo último que se pierde...

Chamana dijo...

Sí, total, tengo toda la vida para esperar un centro...