miércoles, 22 de diciembre de 2010

9. El ególatra marca Filo

Se acercó y se presentó con nombre y apellido. No tenías ni idea quien era pero te hizo pensar que debías saberlo. Lo intentaste pero no, un completo nadie para vos. Tras tu natural expresión de ignorancia, explicó que era amigo de A, que había publicado B, que organizaba C y que formaba parte del “nosotros los de Filo”. Ah, cómo no haberse dado cuenta antes, pensaste. Te alejaste entre sigilosa y educada. Afortunadamente un conocido llegó en breve y pasaste a una conversación de frivolidades. El evento donde se encontraron estuvo bien intelectual-progre-cool-porteño. De a ratos lo mirabas y él te estaba mirando y giraba su cabeza y hacía como que no. Cuando terminó, intercambiaron algunas nuevas palabras. Agregó que tocaba en D, que estaría en E, que pronto organizaría F. Vos hiciste algunos chistes muy graciosos acerca de lo prolífico de su persona y se despidieron hasta la próxima. Se volvieron a cruzar tiempo después en el lanzamiento de un libro. Notaste su insistencia para que te lo presentaran nuevamente con nombre y apellido, por si no lo recordabas. Cómo olvidarlo, pensaste.

2 comentarios:

Ça va dijo...

Se sabe: Filo es una máquina de producir boludos.

Chamana dijo...

Clap clap clap!
Impecable.