viernes, 31 de diciembre de 2010

Las 10 mejores casi historias de 2010

Tras una difícil selección, resultaron ganadoras (?) las 10 mejores casi historias de este 2010 que se va. Algunas son comienzos prometedores, otras parecen deja-vus, varias tienen más de imaginación que de realidad, ciertas guardan tanta realidad que es necesario ficcionalizarlas, otras cavan su tumba apenas salen a la luz, de vez en cuando alguna renace de sus cenizas. Todas juntas me llevan a decir…

Chau querido 2010!!!!


jueves, 30 de diciembre de 2010

1. El casado que se hace el gato

Resulta que él tiene mucho en común con vos: laburo, ideas, gustos, onda, viajes. Resulta que de todas formas podrían no cruzarse jamás y seguir viviendo sus vidas como si nada. Pero resulta que siempre encuentran una buena excusa para verse. Y si no la encuentran, la casualidad los choca en medio de la calle. Día de semana cualquiera, tres de la tarde, septiembre, pleno centro porteño. Salís divertida de una feria americana en la búsqueda urgente de un cajero automático para pagar todas las boludeces que elegiste. Absorta en tu nube consumista, alguien te llama por tu apodo y de pronto lo ves, ahí, en medio de la calle, brazos extendidos para un abrazo, sonrisa en los ojos. Te invita a tomar algo. Le contás acerca de tu urgencia monetaria y te acompaña a recorrer cajeros. Pasan por seis o siete pero todos se encuentran fuera de servicio. Te presta el dinero para comprar la ridícula ropa que separaste, mientras vos rogás que la vendedora la tenga guardada en una bolsa opaca para que él no la vea. Después se sientan en un bar. Es tu cuarto café del día, pero sabés que podría ser el décimo sólo por un rato charlando con él. Se actualizan acerca de las novedades, la vida, las vacaciones pasadas y por venir, el presente político del país, la producción académica, tus vuelos de trapecista. Pasan las horas sin que te des cuenta. Y podrían pasar muchas más sumergidos en esas miradas que dicen tanto y tan poco. Se hace tarde y deciden partir. Dicen que intentarán ayudar a la suerte para volver a encontrarse antes de fin de año. En el fondo no lo creés, pero nadie te saca la sonrisa de la cara esa tarde. Unos días antes de navidad, te escribe inesperadamente para preguntarte si estás en tu casa. Estás. Y él pasa a visitarte.    

miércoles, 29 de diciembre de 2010

2. El anti-príncipe de Azul

Tiene apellido notable. Si hubiera un destino, aunque te cueste admitirlo, sabés que esta era una versión posible. Reapareció en 2010. Tan inesperadamente como su anterior desaparición. Tan como si nada hubiera pasado. Así que retomaron la conversación en el punto exacto donde la habían dejado meses atrás. Nadie cuestionó nada. Otra vez mails. Otra vez música. Otra vez cine. Otra vez política. Decidieron reencontrarse la noche antes de la muerte de Kirchner. Fue una casi historia muy cinéfila. Empezaron viendo las raras y terminaron con las anormales. Se volvieron a ver la noche antes de la muerte de Massera. Se creyeron sujetos de la historia. Se imaginaron causantes de sucesos trascendentes. Temiendo lo peor, se alejaron.

martes, 28 de diciembre de 2010

3. La mente que baila tango

Se conocieron alguna vez, allá lejos y hace tiempo, pero no se recordaban. Sabías que era una especie de mente brillante dedicada a la ingeniería y que vivía en el sur, pero no mucho más. Por alguna de todas esas vueltas del azar, ahora baila tango en el mismo ballet que tu amiga y vive en BA. Ella te dice que es del palo, porque estudió una carrera nadaquever como ustedes y descubrió de grande el placer que produce bailar. Fueron a una peña y le enseñaste sus primeros pasos en el folklore. Dijo que la recordaría como la primera zamba de su vida. Le contaste que te emocionan las parejas de setenta y tantos, que siguen llenando las pistas con su paso cándido y tradicional, que se arreglan con camisas -ellos- y zapatos de taco bajo –ellas-, y beben un vino o un agua mineral. Le confesaste que eso es todo lo que querés para vos cuando seas vieja. Te miró a los ojos y aseguró que seguirían bailando en peñas cuando llegaran a los setenta y tantos.   

lunes, 27 de diciembre de 2010

4. El RRPP de la Puna

Sombrero de ala ancha con guarda de telar, poncho celeste sobre un torso de metro ochenta y pico, tez oscura y ojos ligeramente alargados. Te fichó en el micro de Abra Pampa a Casabindo, en plena puna jujeña. Entabló amistad con un casabindeño y consiguió una pieza para el grupo de siete personas que habían formado. Te abrazó durante la corta noche para que no te congelaras a -7°C. Te explicó la diferencia entre un sikus, una zampoña, una tarka y una antara. Arengó a la tribuna de la plaza de toros y una multitud lo siguió. Le compró un helado a un chico que encontró dando vueltas por ahí. Te cantó una zamba al oído. Se enojó porque no había ají locoto para acompañar la cazuela de llama. Te dibujó un mapa de Yavi en tu cuaderno. Te habló del antropólogo y filósofo Rodolfo Kusch. Te enseño a bailar cueca y taquirari. Te presentó al bailarín salvadoreño, al guía de Tilcara, al líder de los Tekis, al dueño de una peña, a su familia y a cuanto músico se le cruzara en el camino. Te mandó montones de mensajes llamándote “negrita”. Te invitó a alojarte en su casa. Te pasó a buscar por el barrio de la Tupac en su “rayo azul”. Te regaló 4 GB de folklore. Se sumó a tu grupo de amigos porteños que lo adoraron y pronto lo bautizaron como el RRPP de la Puna. 

domingo, 26 de diciembre de 2010

5. El hippie, hippie posta

Lo tenías de vista. No te llamaba la atención pero tu amiga aseguraba que ella le re daba. Se conocieron en una peña. Se acercó y te sacó a bailar. Después del giro final, con una mano en el pecho -caballero de otra época, pensaste- se presentó. Su mirada de rasgados ojos negros perforó los tuyos. Después desapareció. Pero reapareció en una milonga. Al ritmo del 2x4 se pisaron un poco, se abrazaron otro tanto. Se puso corte profesor que reta a la alumna, hasta que la alumna se cansó de los retos del profesor. Quedaron en seguir bailando. Después desapareció. Pero reapareció en una fiesta de actores y actrices muy under. Llegó mansito, con buena onda y ojos más negros que nunca. Bailaron pop, reggaeton, cumbia, tecno. Miraron el cielo, las estructuras metálicas de la terraza, la noche, el amanecer, el sol de la tarde sobre la avenida. Después desapareció.

sábado, 25 de diciembre de 2010

6. El pibe Bazooka

“Horóscopo: recibirás un llamado inesperado”. Lo conociste un sábado y llamó el domingo, en un momento inoportuno. Le diste tu mail para arreglar mejor por esa vía un próximo encuentro. Te mandó otro mensaje disculpándose por ser inoportuno y pedir permiso para volver a llamarte a la noche. Le pediste que no lo hiciera. Volvió a llamar el miércoles, tras anunciarlo por mensaje de texto. Volvió a llamar el viernes, tres o cuatro veces. Arreglaron una salida tanguera para esa noche. “Horóscopo: luego de un día agotador, recibirás un e-mail”, fue el mensaje del sábado. Le dijiste que estabas ocupada ese finde y escribió con cinco propuestas distintas para el domingo. No contestaste su e-mail y te llamó el mismo domingo. Le dijiste que no, que era complicado. Te mandó otro mail con la programación del Día Internacional de los Derechos Humanos y con la del Día Nacional del Tango para el siguiente fin de semana. Estabas con mucho trabajo y no sabías si llegarías a terminar, y si llegabas te gustaría ir a una peña. Contestó que él tampoco tenía ganas de ir a las celebraciones cuya programación te había enviado, pero que aceptaría ir con vos a la peña. No respondiste. Se hizo tarde, cayeron unos amigos en tu casa y fueron todos para la peña. No le avisaste y te dio algo de culpa. Creíste que se enteraría y se ofendería. Pero no. Volvió a escribir con una decena “nuevas y fascinantes propuestas” para hacer juntos, vos y él, “nosotros”. Para que no perdieras tiempo en elegir, había hecho una pre-selección de cada una con comentarios incluidos. Para que no pudieras decir que no, podías optar por cualquier otra no incluida en la lista. Para que no gastaras tu tiempo en contestar, te llamaría luego para saber tu opinión. Para que él no derrochara más teléfono ni energía ni ilusiones, no te quedó otra que responderle con todas esas palabras que en general no se pronuncian porque uno las supone sobreentendidas en la mayoría de los casos. Salvo en éste.

viernes, 24 de diciembre de 2010

7. El profe de educación física

Estabas sobria, de madrugada, a punto de irte. Tu amiga, con varias cervezas de más, seguía entablando amistades de ocasión en el bar-boliche de Palermo-algo. La mirabas y tu mente retrocedía unos siete u ocho años, hasta aquella juventud –la tuya- de pura sociabilidad beoda. De pronto se acercó él. Morocho, alto, lomazo, speed con vodka en mano. Vos, bufanda al cuello y cartera al hombro, le seguiste la conversa sin rumbo esperando que tu amiga se decidiera a partir. Pero no. A ella le pareció tan fachero que hizo todas las preguntas de rigor y hasta tuvo la gentileza de pasarle tu e-mail para que no te perdieras a semejante bombón. Era cierto, lo comprobaste tiempo después. Semejante bombón. Pura facha.

jueves, 23 de diciembre de 2010

8. El músico sonrisa Colinos

Una amiga en común te lo describió como si fuera tu alma gemela. Pensaste que podría andar: músico, folklorista, del interior. Lo buscaste en Facebook y chusmeaste sus fotos. Ella insistía en que el pelo largo tan hippie no le quedaba bien, pero vos juzgaste que no era feo. Se encontraron tête à tête en el casamiento de tu amiga. No te sacó los ojos de encima en toda la noche. Resulta que ya se habían cruzado alguna vez y tenían temas en común. Te invitó a bailar. Sus dientes perfectos sonreían. Te abrazaba para las fotos. Te hacía dar vueltas en la pista. Bailaron vals, cumbia, rock, música de los Balcanes. Te agarraba cual novio de tu cintura. Tu amiga, feliz, propuso un brindis por la nueva pareja. Última sonrisa Colinos para la foto. Chau, mucha suerte, dijo al despedirse.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

9. El ególatra marca Filo

Se acercó y se presentó con nombre y apellido. No tenías ni idea quien era pero te hizo pensar que debías saberlo. Lo intentaste pero no, un completo nadie para vos. Tras tu natural expresión de ignorancia, explicó que era amigo de A, que había publicado B, que organizaba C y que formaba parte del “nosotros los de Filo”. Ah, cómo no haberse dado cuenta antes, pensaste. Te alejaste entre sigilosa y educada. Afortunadamente un conocido llegó en breve y pasaste a una conversación de frivolidades. El evento donde se encontraron estuvo bien intelectual-progre-cool-porteño. De a ratos lo mirabas y él te estaba mirando y giraba su cabeza y hacía como que no. Cuando terminó, intercambiaron algunas nuevas palabras. Agregó que tocaba en D, que estaría en E, que pronto organizaría F. Vos hiciste algunos chistes muy graciosos acerca de lo prolífico de su persona y se despidieron hasta la próxima. Se volvieron a cruzar tiempo después en el lanzamiento de un libro. Notaste su insistencia para que te lo presentaran nuevamente con nombre y apellido, por si no lo recordabas. Cómo olvidarlo, pensaste.

martes, 21 de diciembre de 2010

10. El galán remera celeste

Peña, domingo de diciembre y calor de 30°C. Tomás cerveza inevitablemente caliente con dos amigos, en una mesa compartida con un viejo que los mira de reojo. Lo distinguís a lo lejos, sentado cerca de la pista, cual presto bailarín. Sus miradas se cruzan. Empieza el baile. Con tus amigos arman tríos de chacareras simples, dobles y truncas. Cantás los pasos para los principiantes, como si bailaras desde la cuna. El trío se desarma cuando el galán remera celeste te saca a bailar. Aplaudís, zarandeás, girás, sonreís. Viene un bailecito y el galán remera celeste se excusa y vuelve a sentarse. Tus amigos lo escanean al instante. Lo miran mirarte y se entusiasman. Deciden elaborar un plan para establecer contacto. Vuelven los tres a la pista para que la escena se repita. Pero no funciona. Tu amigo te dice que es tímido. Se cambian de mesa y se sientan justo al lado del galán remera celeste. Pero no funciona. Tu amigo te obliga a cambiarte de silla para quedar de espaldas con él. Pero no funciona. Tus dos amigos te abandonan y se van a observar la escena de lejos. Girás el cuerpo y quedan codo a codo. Por fin inicia una conversación. Que el bailecito, que el tango, que la vida que los trajo hasta aquí. Arranca una banda de copleros. Silencio. Nueva cerveza caliente. Embole de coplas y calor agobiante. Insistencia de tus amigos porque es tan lindo. Sidra helada y chin chin, por el año, por ustedes, por el galán de remera celeste que se aleja entre perdido y tímido. No te gustan los tímidos pero tus amigos no paran de insistir. Fin de la peña. Bondi a casa con el galán remera celeste. Que vive por tu barrio, que toca tango, que frecuenta milongas, que sonríe lindo, que dice que necesita dos vinos para largarse a la pista. Ok, lo aceptás, es tímido. Dice que te ve en la próxima milonga. Decís que ojalá. No te gustan los tímidos.    

lunes, 22 de noviembre de 2010

Café du cirque


Las estrellas,
sin trapecio,
sin red, 
sin una póliza de seguro entre los senos,
y la luna
-97 kilos en la balanza de una botica de Saturno-
que ha dejado caer
su vestido de lentejuelas
-único recuerdo de su vida de "music hall"-
sobre la pista,
donde el mar,
entre tumbos de excéntrico,
enrolla y desenrolla su tapiz.
El programa de siempre:
Pantomima de amor.

Extracto de Circo, de Oliverio Girondo



domingo, 31 de octubre de 2010

El debut


Llegué temprano, para aflojar tensiones y nervios in situ. No quise comer ni tomar nada. Cargué sillas, corrí tablones, ordené mesas, apilé gradas, acomodé butacas. Trajeron un trapecio que nunca antes había usado y lo colgaron a una altura a la que nunca antes había estado. Todos coincidimos en que, a esa altura, no haríamos nuestros números. Lo bajaron un poco, muy poco. Mi profesor amenazó con tarima de madera debajo del trape. Logramos convencerlo con un lindo colchón blanco sobre la tarima.

Subí por una cuerda negra hasta la barra del trapecio. “Probalo”, insistió. Me colgué y empecé a temblar. Las vigas del galpón estaban a la altura de mis ojos. “No voy a poder, no voy a poder”, era lo único que pensaba. Intenté hacer algunos ejercicios, pese al temblequeo de mis piernas, agarrándome bien fuerte de las cuerdas. Terror. Eso sentía. Terror. Y muchos nervios. Y el circo aún estaba vacío.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Intervención


― Quedate quietita. Ahora te voy a poner una especie de lente de contacto en el ojo. Vos sólo tenés que mirar hacia la luz roja.

“Retina débil”, había sido el diagnóstico del oculista unos días antes. Pero su secretaria anotó “desgarro” en la orden que me dio para autorizar en la obra social, tras el breve examen del médico:

― Pero… yo no tengo ninguna molestia.
― Tenés una debilidad importante y la retina puede llegar a desprenderse.
― Pero… ¿cómo se hizo eso?
― Es común en los miopes. Pedite un turno para el miércoles y lo tratamos con láser.
― Pero…
― Es una intervención de rutina.
― Pero… ¿saldré viendo bien?
― Por varias horas es posible que no puedas enfocar bien.
― Pero… ¿tengo que venir acompañada?
― No es necesario. Te queda el otro ojo.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Feliz

 
Enderezás el respaldo del asiento, ajustás el cinturón de seguridad y levantás la mesa rebatible que tenés enfrente. La comisario de abordo da la bienvenida por altoparlante y explica a los pasajeros las instrucciones para ponerse la máscara de oxígeno y el chaleco salvavidas en caso de accidente. Sabés que no lo necesitarás. Viajás en el asiento 13, ventanilla. 

El avión se presuriza, acelera de golpe y despega en cuestión de instantes. Ya estás volando. 

Volando. 

Sube por una pendiente invisible hasta que empieza a enderezarse. La pequeña ventana  que tenés a tu izquierda te deja ver los cerros, ahí cerca, ahí nomás. Dos azafatas se acercan con un carrito.

―¿Le puedo ofrecer algo de beber, señora?

No tenés hambre, ni sed. Pero pedís un té, sólo por pedir. Si tan sólo pudieras abrir esa ventana, atravesaela y saltar sobre esas cumbres por las que avanzás como en cámara lenta, tarareando una zamba sin siquiera advertirlo.

sábado, 14 de agosto de 2010

La vuelta

Presionás el picaporte metálico de la puerta verde y sentís como si un filo te cortara la palma. Te mirás. Confirmás que no hay sangre, pero tenés los dedos hinchados y tres callos rojos a punto de reventar. Salís a la calle. Empezás a caminar despacio por Iguazú. El frío no ayuda. Te duele todo el cuerpo: empeines, piernas, cadera, antebrazos, brazos, hombros, cuello. Te duele pero sonreís, sabés que aliviará después.

Son las dos y media de la tarde y se acabaron las tres horas de entrenamiento. Te preguntás si algún día tu cuerpo se acostumbrará a la dura barra del trapecio y a sus sogas que aprisionan brazos y muslos. No lo sabés, pero ahora sólo deseás llegar a tu casa para darte una ducha caliente.

domingo, 8 de agosto de 2010

Credo
















Creo en Dios, aunque cada vez creo menos. 
Creo en eso de que la religión es el opio de los pueblos, y también creo que todos necesitamos un poco de opio. 
Creo que el hábito hace a la creencia, y creo que mis hábitos han cambiado. 
Creo en los cambios y en las casualidades, y a veces también en las causalidades. 
Creo en el azar que inventamos como causa. 
Creo en el amor que nace, se construye y muere. 
Creo que, antes o después, todo muere, y creo que eso es bueno porque, cuando algo muere, los sueños renacen. 
Creo en los sueños. 
Creo que todo lo que hacemos, vuelve. 
Creo que todo lo que vuelve cicatriza y nos ayuda a crecer. 
Creo que, cuando crecemos, nos olvidamos de desear. 
Creo en el deseo como motor insatisfecho y  angustiante de la vida. 
Creo que me angustio sólo cuando tengo tiempo. 
Creo que no hay un destino de llegada, pero que siempre necesitamos ese horizonte. 
Creo que creer es mi horizonte. 
Por eso creo.

lunes, 5 de julio de 2010

Catorce años después


Él es Iorio.

Bueno, la verdad es que así le dicen. Y creo que le queda bien.

Heavy. 

Tiene una banda de heavy metal. Sí, heavy metal. Esa música que nos reenvía directo a la adolescencia y que creímos no existía más, parece que existe y que él enseña el género. 

Eléctrico.

Así se auto-define. Y si lo vieran, entenderían por qué. Corre, va y viene, con su cuerpo largo y flaco tan flaco y sus pelos erizados y largos tan largos, que parece un personaje salido de uno de esos dibujitos animados que acaba de meter sus dedos en el enchufe y en un plano horizontal recibe una descarga que lo deja así.
  
Lo conozco.

Desde hace mucho. Cuando éramos chicos ya tocaba la guitarra. Y cada vez que lo mirabas, en el recreo del colegio, en la esquina del barrio, en un colectivo o tirados en el parque, su mano derecha agitaba una púa imaginaria a la altura de su cadera, mientras sus labios murmuraban algo inaudible que uno suponía era la letra de una canción.

lunes, 21 de junio de 2010

La previa de Argentina vs. Nigeria


Silencio.

La casa está en silencio. Salvo por el goteo de la canilla de la cocina, la pava calentándose sobre el fuego y el zumbido del motor de la heladera.

Afuera, un colectivo rojo se detiene a la altura del McDonald's. Luego, uno azul. Más tarde, uno blanco. Pocos autos circulan por la avenida Rivadavia. Algunos, tocan bocina. Otros, aceleran.

Adentro, tomo un jugo de naranja mientras prendo la radio, con la vana esperanza de escuchar la grave voz de Aliverti. Cambio de frecuencia un par de veces y no hay caso: todo es fútbol esta mañana de junio en Argentina.

La canción del mundial que se juega por estos días en Sudáfrica dice algo de “waca waca”, en la voz de la cantante Shakira. No sé qué significa pero suena horrible. Le pregunto al gurú de la modernidad: Mr. Google. El buscador me conduce a Notillano.com, un sitio de noticias desde donde sale, de golpe, la voz de un locutor que inunda mis parlantes.

lunes, 7 de junio de 2010

La duda


Hemeroteca de la Biblioteca del Congreso. Sábado, 18:05.

Suena la 2x4 a todo volumen. Suena toda la tarde.

El empleado que atiende (¿atiende?) tiene cara de pocos amigos. A nadie parece molestarle que la voz del locutor de radio colme el otrora silencioso lugar con sus graves de barítono.

Miro a mi alrededor. Un pibe ocupa toda una mesa dibujando un rostro de mujer sobre una cartulina. Tres estudiantes secundarios observan boquiabiertos a un cuarto que lee detenidamente una edición de La Nación y toma notas en su cuaderno. Una empleada del lugar hojea los diarios del día y aclara, a los gritos, que va a tardar poco porque ya leyó todos los títulos en Internet. Nadie le contesta. Un tipo de unos sesenta largos que parece recién salido de Los siete locos se arquea absorto sobre un ejemplar de La Opinión.

Parece que soy la única molesta de que Pascual Contursi se mezcle en la ya de por sí imposible lectura de Ámbito Financiero de los ‘90.

Resoplo.

martes, 1 de junio de 2010

Te vi

No buscaba a nadie
y te vi
expectante, sonriente, innegable,
con la ilusión y las ganas
de todo aquel que arranca el viaje.

Y te volví a ver
como a las piedras en el camino,
al girar la esquina
al cambiar de barrio
al brindar por un nuevo aniversario.

Juro que no busco a nadie
y te encuentro
tantas –tantas- veces,
con tu mirada tibia
y ese brillo encandilador de nómada errante.

A veces me ausento
hasta creerme muy lejos,
pero sabés aparecer
-siempre-
y sabés sonreir
-como nadie- 

Y yo quiero volver.

¿Vos ya sabés comprender?

Que no es sólo un rato nomás
que son muchos ratos de a ratos
que el tiempo pasa y se nos pasa y adonde pasa
con él se pierden
mis ojos color verde malva.

Malgastando lágrimas de desamor.

¿Vos ya sabés comprender?

Que no quiero tu lugar ni tu tiempo de ocasión
Que tu charla y tus ideas me fascinan 
pero tu apuro y tu cansancio me marean
Que tu escucha es pura melancolía
y tu abrazo, una brisa helada.

¿Vos ya sabés comprender?

Que yo quiero aprender a perder.


domingo, 30 de mayo de 2010

Sueños de carnaval

                                                    Agarrate Catalina
 
Si he de morir,

que me muera de tanto vivir,

con la furia de la tempestad

incendiándome el alma

al partir.


Si he de partir

que me parta la vida
un amor

y transforme mis huesos en flor

en algún carnaval.

domingo, 23 de mayo de 2010

Postales del Bicentenario

“Viví el Bicentenario. Entrá en la historia.”
¿Cuál? ¿La que construye quien?


Buenos Aires se ve tan susceptible y tan despierta… que da gusto verla. Poder cruzar la avenida 9 de julio sin semáforos, aunque esquivando estructuras varias y gentes a montones. 200 años es mucho y no veo torta capaz de albergar tantas velitas. Pero veo familias y jóvenes y chicos y escalofríos y herederos de recuerdos.

***

40 años de rock nacional.

¿Por qué? Si Los Gatos nacieron en el ’67 y Almendra se separó en el ’70. ¿Será por la coquetería del rock? ¿o porque suena mejor cuarenta que cuarenta y tantos y al fin y al cabo no importa porque lo único que importa es festejar? ¿será que no sabemos cuantos años tiene pero igual nos empecinamos en contabilizar, anotar, registrar y enterrar? ¿o será el hermano menor del Bicentenario y por eso aprovechamos la fiestita del mayor?

“Rockeros eran los de antes”, escucho. Y hay algunos de los de antes. Hay que buscarlos. No paran de arengar, bailar y cantar todos lo temas, entre trago y trago de whisky. Y hay muchos de los de ahora, que se preguntan qué es eso que suena desde el escenario.

martes, 11 de mayo de 2010

Tu mirada


Me adora, me ahoga, me abrasa

Me bebe, me brota, me bifurca
Me cristaliza, me cosifica, me consume…

En ella soy, por ella vivo
En ella me pierdo, sonrío, olvido

Hasta que ya no soy, no siento, no respiro

Y aún con vida, te doy

(me doy)

Mis ojos, mi sangre
mi amor, mi dolor.